martes, 19 de enero de 2010

LOS PADRES EN LA ESCUELA PREESCOLAR ¿CLIENTES O COOPERADORES?


La mayoría de los profesores no toma en cuenta a los padres de familia al momento de tomar ciertas decisiones que se efectúan dentro de la escuela, pues consideran que si lo hacen van a ser criticados y no van a aceptar sus propuestas o su trabajo.

Por esto, los padres de familia son vistos como elementos extraños, los maestros sólo los llaman para solicitarles material para sus hijos, o cuando uno de ellos cometió una conducta indisciplinable y se le tiene que dar la queja.
Cuando los papás llegan a ser tomados en cuenta, sólo es por dos circunstancias:
• En las escuelas cuya supervivencia depende de las aportaciones de los padres.
• Cuando el profesorado no se ha una serie de criterios para evaluar su profesionalidad, y busca en los padres y madres el reconocimiento que no han logrado mediante su autoevaluación.
Por lo contario, los papás buscan a los profesores para resolver dudas y solucionar problemas relacionados con sus hijos, debido a que tiene la creencia de que ellos tienen mayor experiencia con los niños.
De todo lo anterior se concluye que es importante que exista una buena relación entre profesores y padres de familia, pues cala en el niño hasta convertirle emocionalmente en mucho más accesible y seguro en el contexto escolar.

sábado, 2 de enero de 2010

“EL NIÑO PREESCOLAR EDUCADO DE ACUERDO A SU NATURALEZA”

“Ser niño, es no preocuparse por el futuro,,
es no entender la inmadurez de los mayores,,
es tomar la vida sin prisa,,
es encontrarle a todo una sonrisa.”
MIGUEL ANGEL ÁVILES
ESCRITO POR: PALOMA HUERTA FLORES
18 DE DICIEMBRE DE 2009



Sin duda alguna, el hablar de el niño no es nada sencillo, es un tema tan complejo que probablemente no tenga ni principio ni fin. La palabra “niño” encierra tantas variantes y tantas definiciones que en cada época, cada autor y cada persona lo ven como algo diferente y como le conviene verlo, tratándolo como mejor le complazca y le beneficie.

El niño no es solamente una persona sino un concepto, en el hecho que toda época tiene su propia idea y expectativa particular de él. De este modo, el concepto del niño en una época pasada (edad media), es totalmente diferente al concepto del niño de la época actual. (2004 en adelante). El niño nace en una época y es amado y honrado en tanto que cumple las expectativas de la forma del pensamiento de esa época.

El presente ensayo hablará sobre el pensamiento actual que se tiene del niño, de la forma en que es tratado y de cómo debe ser tratado en la actualidad, basándose en la edad preescolar (3 a 6 años). Para ello se retoman las ideas de Juan Jacobo Rousseau, Mary Carpenter contrastándolas con las de John Locke y otros, citados en las lecturas del programa de Seminario de Temas Selectos e Historia de la Pedagogía de la Educación I.

Para empezar es importante mencionar que las experiencias que adquiere un niño dependen de la vida que la familia le permita vivir o le propicie. Como lo menciona Carpenter, citada en Hugh Cunningham, “el niño necesita del amor y de la vida en familia, siendo en ésta donde comienza la verdadera vida del niño”. (1996: 41)

Entonces, las experiencias que se le brinden al pequeño desde su nacimiento, deben ser tanto satisfactorias como benéficas para él, retomar entonces la utilidad necesaria para poder hacer las cosas, enseñar sólo lo útil, considerarlo como un ser capaz de hacer lo que se proponga y contradecir la idea de John Lucke, “el niño es una hoja en blanco”, (Cunningham, 1996: 40) no lo es, pues desde el primer momento en que es concebido está aprendiendo y teniendo la experiencia de al menos sobrevivir y luchar por y contra la vida, las experiencias son pues la base de su aprendizaje; bien lo decía Rousseau “los únicos maestros en la vida deberán ser la experiencia y los sentimientos”. (1997: 124)

Educar entonces al niño para aprender por sí mismo, para que satisfaga sus curiosidades, pero antes, hay que proporcionarles pautas para generarles ese interés y esa curiosidad, permitirles el espacio para que ellos se interesen por aprender, conocer y descubrir en el día a día, el por qué de las cosas que les rodean. El adulto únicamente debe ser un andamio y hacerlo por medio de la participación guiada.

Con todo lo anterior, surgen varias interrogantes, ¿cómo percibe la educadora al niño?, ¿cuál es la idea o el concepto que tiene de él?, ¿cómo atiende a sus necesidades?, ¿les permite a sus alumnos la experimentación?

El niño ha sido de vital importancia en la etapa del hombre desde que fue concebido, posteriormente cobro mayor importancia para las educadoras desde que el nivel preescolar fue creado, y aún más cuando dicho nivel es parte de la educación básica de un ser humano. Pero ¿por qué considerarlo en la edad media, como un ser brutal, inexperto, incapaz de realizar cualquier cosa por sí solo?, ¿Por qué ser tomado como un adulto en miniatura y educarlo al mismo tiempo de esta forma?

El niño para todo era dependiente, aunque en la actualidad muchas veces lo sigue siendo y en ocasiones se sigue teniendo estos conceptos de él, no podía hacer nada sin ayuda de un adulto, se considera un ser frágil, inepto en ocasiones, ¿por qué no voltear la moneda y rescatar las ideas de Rousseau?, si queremos a un niño independiente capaz de defenderse sólo, ¿por qué no dejarlo que realice las cosas por sí mismo en lugar de hacerle todo?, se deberían aprovechar al máximo las capacidades de los niños y no paralizarlos por la absurda idea de que están chiquitos y por lo tanto ellos no pueden hacer nada, ésta no es justificación alguna para no plantearse el reto de poder demostrar que el niño es capaz de hacer lo que se le proponga, que no existe impedimento alguno para poder realizar las cosas. Enfrentemos nuestra realidad y seamos capaces de asimilar la de nuestros alumnos. Poner en práctica todos aquellos conocimientos adquiridos durante la formación como docentes y no dejarlos aislados, en suma formar un niño Robinson Crousoe, acercándolo antes al interés por explorar y conocer su mundo, dando nosotros como guía sólo lo elemental.

Aunque Rousseau era considerado como el hombre de las paradojas y perteneciente al romanticismo, se le reconocen muy buenas ideas, él decía “quiere el niño tocarlo todo, manejarlo todo; no nos opongamos a esta inquietud, que a ella ha de deber el más indispensable aprendizaje” (1997: 5), entonces dejar al niño experimentar, para que de cierta forma pueda aprender de manera autónoma y así quitarle el calificativo de bruto y de inepto que hasta fechas actuales se tiene de él, aunque es bueno aclarar que no lo es para toda la gente.

Es triste saber que, cuando asisto a los jardines de niños observo a las educadoras tener ese concepto de los infantes, me pregunto ¿qué les pasa?, ¿por qué esos pensamientos?, siento coraje y temor de observar que ellas les hacen todo, esa impotencia de no poder hacer nada en el momento por respeto a la maestra y al grupo; sin embargo cuando es mi turno de poner en práctica todos los conocimientos, me siento capaz de demostrar que el niño es independiente y puede hacer las cosas (adecuadas a su nivel), pero nuevamente es triste y aun más vergonzoso escuchar decir a los niños, - ¡maestra no puedo!, -¡maestra yo no sé hacerlo!, maestra, ¿me ayudas?, ¿me lo haces?, ¿qué es lo que se está haciendo con ellos?, ¿por qué bajarles su autoestima?, ¿por qué formarles ese concepto de qué están chicos y no pueden?

Los niños son capaces de hacer las cosas por sí solos, debemos considerar su naturaleza, dejarlo explorar, crecer por sí mismo, y dejarlos aprender por su propio medio, dejar que reconozcan sus errores y que al mismo tiempo aprendan de ellos, no reprimirlos sólo ser para ellos una guía no olvidando el andamiaje y la participación guiada, bien lo decía Rousseau “lejos de tener los niños fuerzas sobrantes, ni aun tienen las suficientes para todo lo que pide la naturaleza; por tanto hay que dejarles el uso de todas cuantas les da, y de que no pueden abusar. Primera máxima”.(1997: 7), considerando esto, pienso en el por qué se tiene la idea de que una buena educadora es aquella que enseña a los niños a leer, ¿verdaderamente este es el propósito del nivel preescolar?, ¿los niños tienen la capacidad, habilidad o interés para hacerlo?, aclaro que algunos sí, pero no todos, en su mayoría, a esta edad su interés es experimentar, tocar, divertirse, explorar, su naturaleza es jugar y aprender por medio del juego, ¿por qué forzar al niño a aprender algo del cual no tiene ni el más mínimo interés. Parafrasear entonces a Rousseau, todo a su debido tiempo, no presionar al niño, en esta etapa, la regla no es ganar el tiempo sino perderle; enseñarle al niño la utilidad de las cosas, que conozca que lo que está haciendo le va a servir para algo.

En preescolar, se le enseña al niño, pero no conoce por qué lo hace, simplemente ejecuta la acción por obedecer y cumplir con lo que su educadora le pide, ¿por qué atormentar al niño en este nivel con tareas que únicamente sirven para controlar y que no le son satisfactorias?

Hacer que el niño viva la vida, que la disfrute, que le guste estar en el grupo con sus compañeros. Brindarles amor y lograr que ellos nos amen para formar parte de su vida, y así, conocerlos para aprovechar mejor su curiosidad para poder guiarlos en la adquisición de conocimientos, no provocar en el niño el deseo de no asistir a la escuela por las tareas o por cosas a las cuales no se les vea utilidad, es necesario entonces que lo que aprenda el niño lo entienda y entienda al mismo tiempo el significado que hay que darle en la vida diaria, no es nada fácil, sin embargo es otro de los retos que se deben enfrentar: “acordaos sin cesar de que no es el espíritu de mi sistema enseñar muchas cosas al niño, sino impedir siempre que se introduzcan en su cerebro ideas que no sean justas y claras”. (Rousseau; 1997: 117)

Para concluir se plantea un reto más, demostrar a las educadoras que no se trabaja con objetos, que los niños al igual que los adultos también tienen sentimientos, que se debe evitar que la infancia se vaya en medio de llantos, de castigos, de amenazas y de esclavitud, fortalecer entonces la alegría y evitar ante todo el sufrimiento.

Sí, es difícil educar al niño, se presentan grandes retos pero hay que hacer de él, el hombre que queremos del mañana, no olvidando que “ser niño, es no preocuparse por el futuro, es no entender la inmadurez de los mayores, es tomar la vida sin prisa, es encontrarle a todo una sonrisa.” (Áviles), dejar al niño vivir en libertad, dejar las concepciones pasadas que no beneficiaron atrás, y simplemente dejar al niño vivir y disfrutar su infancia, respetando su naturaleza.

Comparando las formas de pensar y de vivir a partir de la edad media hasta la actualidad, se observa que la tecnología ha cambiado al igual que los conceptos y la forma de educar al niño, sólo falta que éstos cambios sean aprovechados para bien y no para el sufrimiento del pequeño, es cuestión de enfrentarnos a estos grandes retos y demostrar con esfuerzo y dedicación que si se puede y que se va a lograr.

Aprovechar esas nuevas ideas que se tienen sobre la forma de educar y de vivir, de tal forma que el único beneficiario sea nuestro alumno, “el niño educado de acuerdo a su naturaleza”
B I B L I O G R A F Í A



• Cunningham, Hugh (1996), “La historia de la niñez”, en C. Philip Hwang, Michael E. Lamb e Irving E. Sigel (eds.), Images of Childhood, Mahwah, Nueva Jersey, Lawrence Erlbaum Associates, pp. 27-34.

• Rousseau, Juan Jacobo (1997), “Libro primero (fragmentos)” y “Libro Segundo (fragmentos)”, en Emilio o de la educación, México, Porrúa (“Sepan cuantos…”, 159), pp. 1-34 y 35-111.